21/4/15

BRUJAS A MEDIODÍA/ Claudio Rodríguez




BRUJAS A MEDIODÍA
(Hacia el conocimiento) 

I

No son cosas de viejas
ni de agujas sin ojo o alfileres
sin cabeza. No salta,
como sal en la lumbre, este sencillo
sortilegio, este viejo
maleficio. Ni hisopo
para rociar ni vela
de cera virgen necesita. Cada
forma de vida tiene
un punto de cocción, un meteoro
de burbujas. Allí, donde el sorteo
de los sentidos busca
propiedad, allí, donde
se cuaja el ser, en ese
vivo estambre, se aloja
la hechicería. No es tan sólo el cuerpo,
con su leyenda de torpeza, lo que
nos engaña: en la misma
constitución de la materia, en tanta
claridad que es estafa,
guiños, mejunjes, trémulo
carmín, nos trastornaban. Y huele
a toca negra y aceitosa, a pura
bruja este mediodía de setiembre;
y en los pliegues del aire,
en los altares del espacio, hay vicios
enterrados, lugares
donde se compra el corazón, siniestras
recetas para amores. Y en la tensa
maduración del día, no unos labios
sino secas encías,
nos chupan de la sangre
el rezo y la blasfemia,
el recuerdo, el olvido,
todo aquello que fue sosiego o fiebre.
Como quien lee en un renglón tachado
el arrepentimiento de una vida,
con tesón, con piedad, con fe, aún con odio,
ahora, a mediodía, cuando hace
calor y está apagado
el sabor, contemplamos
el hondo estrago y el tenaz progreso
de las cosas, su eterno
delirio, mientras chillan
las golondrinas de la huida.


II

La flor del monte, la manteca añeja,
el ombligo de niño, la verbena
de la mañana de San Juan, el manco
muñeco, la resina,
buena para caderas de mujer,
el azafrán, el cardo bajo la olla
de Talavera con pimienta y vino,
todo lo que es cosa de brujas, cosa
natural, hoy es nada
junto a este aquelarre
de imágenes que, ahora,
cuando los seres dejan poca sombra,
da un reflejo: la vida.
La vida no es reflejo
pero, ¿cuál es su imagen?
Un cuerpo encima de otro
¿siente resurrección o muerte? ¿Cómo
envenenar, lavar
este aire que no es nuestro pulmón?
¿Por qué quien ama nunca
busca verdad, sino que buscan dicha?
¿Cómo sin la verdad
puede existir la dicha? He aquí todo.

Pero nosotros nunca
tocamos la sutura,
esa costura (a veces un remiendo,
a veces un bordado),
entre nuestros sentidos y las cosas,
esa fina arenilla
que ya no huele a dulce sino a sal,
donde el río y el mar se desembocan,
un eco en otro eco, los escombros
de un sueño en la cal viva
del sueño aquel por el que yo di un mundo
y lo seguiré dando. Entre las ruinas
del sol, tiembla
un nido con calor nocturno. Entre
la ignominia de nuestras leyes, se alza
el retablo con viejo
oro y vieja doctrina
de la nueva justicia. ¿En qué mercados
de altas sisas el agua
es vino, el vino sangre, sed la sangre?
¿Por qué aduanas pasa
de contrabando harina
como carne, la carne
como polvo y el polvo
como carne futura?

Esto es cosa de bobos. Un delito
común este de andar entre pellizcos
de brujas. Porque ellas
no estudian sino bailan
y mean, son amigas
de bodegas. Y ahora,
a mediodía,
si ellas nos besan desde tantas cosas,
¿dónde estará su noche,
dónde sus labios, dónde nuestra boca
para aceptar tanta mentira y tanto
amor?

Claudio Rodríguez


7/4/15

Oración a Rusia/ Luis Quintanilla




Oración a Rusia

Rusia
Cuna de invasores
Maravillosa Hermana Roja
de la humanidad.

Rusia,
la de grandes ojos en éxtasis,
alucinados como los
mares muertos.

Rusia,
enorme,
desnuda,
tendida toda sobre dos
continentes,

con los pequeños senos del Ural erectos
sobre la estepa de tu vientre
lívido
de tus anchas caderas,
y de tus muslos siberianos.

¡Oh blanca amada mía!
Déjame besarte con devoción,
desde la tibia Europa de tu
cabeza rubia,
hasta la punta helada de
tus árticos pies.

Rusia. Hoy U.R.S.I.A
Con eléctricas vibraciones de luz
Repercuten por los ámbitos del mundo
las palabras eslavas de Nicolás
Lenin.

¡Camaradas comunistas!
Hermanos de Moscú.
¡Sed fuertes para triunfar!
¡Triunfad para ser fuertes!

Escuchad el grito
de este hombre americano

Hay aquí
200 millones de esclavos,
rojos, negros, amarillos y blancos,
200 millones de hermanos
¡necesitan vivir!

Buda, Cristo, Mahoma y Lenin.
Ha llegado la hora del IV Evangelio;
nuestra cuaternaria edad espiritual.

Ya rompieron las cadenas
los esclavos eslavos.

Aquí
todo espera la nueva cruzada
del martillo y de la hoz,
para que se cumplan las proféticas
palabras de Santo Carlos Marx
                ¡Lenin!

Los corazones y la sangre son
rojos.
El primer color es rojo.
El día cabe todo dentro del rojo
paréntesis del alba y del atardecer.
Roja es la sangre materna
y roja es la sangre que brota
en la herida mortal.
          ¡Lenin! ¡Lenin!
Escuchad camaradas las rojas
campanas
que estremecen el cielo con su tono
de alarma;
           “¡Lenin, Lenin!”

¡Lenin clarín del alba,
Que cada ola sea una
blusa simbólica
de los marineros del soviet!
¡Que vengan bajando del norte los
grandes ejércitos rojos!

¡Que suba y se extienda en un mundo mejor
la libertadora marea del martillo y la hoz!
y ¡que los dioses del cielo me den
vida bastante
para embriagarme el día de la
Lucha Final
con el vino rojo de los estandartes del Soviet
Amén!

Río, julio de 1928.