26/7/13

Tres poemas del libro "O Rei menos o Reino"

1

Donde la Angustia royendo un no de piedra
Digiere sin saber el brazo izquierdo,
Me sitúo labrando este desierto
De arena arena arena cielo y arena.

Este es el reino del rey que no tiene reino
Y que –si algo lo toca– se deshace en piedra.
Esta es la piedra feroz que se hace gente
–¿Por milagro? De mano y palma y piel.

Este es el rey y este es el reino y yo soy ambos.
Soberano de mí: El-que-fui-hecho,
Solitario sin sol o suelo en guerra
Conmigo y contra mí y entre mis dedos.

Por eso mi voz esconde otra
Que en sus dobleces desenvuelve otra
Donde en forma de sonido se perdió el Canto
Que yo sé adónde aunque no oigo oír.


4

En ese reino
Donde yo soy el rey y eres la muerta reina
O donde yo soy
El rey y eres la reina muerta y la muerte
Son mis brazos,

El referido reino donde los tristes vasallos
Nunca encuentran al rey que en sí mismos buscan
Y donde el rey se corona a falta de vasallos
Y donde a falta de reino pisa el propio cuerpo
(Duro reino),

Tú, que apenas me restas, tú, ahora, mueres,
Mueres la dura muerte
En la carta de la baraja en que te entierran viva.

Reina muerta,
Muerta en ese reino
Donde eres tú la encantada y yo que tengo el Canto
Que sólo a mí desencanta, duro como las piedras
A la seda que adormece en tus oídos:

Ya que no puedo más desencantarte
A mi Canto que es antes Desencanto,
Encántame contigo
Muerte y reina a la tuya
Más que habla
Fábula.


7

Pueblo mío oh mi polvo
En las cabezas oscuras y en los brazos amargos.
¿Dónde tus ojos, dónde
En tanto visco y arena?

Estremeces los brazos, vienes de largas aguas.
¿Dónde tus ojos, dónde?
¿Escurrieron en el visco la clara substancia
O la arena los enjuga hasta las tristes raíces?

Mueves la negra masa y negra
La guían en los ojos ciegos como bocas.
Te mueves en derredor y mientras duermes
Dejas un rastro siempre el mismo, negro.

¿Serán tuyos estos cráneos oscuros que parecen
Vivos aunque oscuros cráneos,
Estas bocas sin labios que aún vomitan sangre
Y devoran devoran otros cráneos oscuros
Por las nucas inertes?

Oh polvo mío extenuado pueblo
Monstruo de carne y sueño que se mueve
Como camino a mi alrededor sombrío.
¿Qué más quieres de mí además de mí?

Me arrancaste la lengua y la hiedra cubre estas palabras
Piedras
Que se arrancan de mí con la sangre de mis vasos
Y muerdo con mis dientes en final oferta:

Cuando comienzo: –Mar… – tus oídos se pudren

(No se conmueve tu masa, mueve apenas
Aquellas negras, negras voces,


Hablan en pan en plata y yo las oigo PIEDRA).


Augusto de Campos

Traducción de Sergio Ernesto Ríos.

ODA AL BURGUÉS


¡Yo insulto al burgués! ¡Al burgués-níquel,
Al burgués-burgués!
¡A la buena digestión de São Paulo!
¡Al hombre-barriga! ¡Al hombre-nalgón!
¡Al hombre que siendo francés, brasileño, italiano,
Es siempre un cauteloso poco-a-poco!

¡Yo insulto a las aristocracias cautelosas!
¡A los barones holgazanes! ¡A los condes Juanes! ¡A los duques zorros!
Que viven dentro de muros sin sobresaltos;
¡Y paren chayotes con tres pesos
Para decir que las hijitas de mamá hablan francés
Y tocan los Printemps con las uñas!

¡Yo insulto al burgués-funesto!
¡El indigesto frijol con tocino, dueño de las tradiciones!
¡Fuera a los que contabilizan las mañanas!
¡Mira la vida de nuestros septiembres!
¿Hará Sol? ¿Lloverá? ¡Farsa!
¡Mas a la lluvia en los rosales
El éxtasis hará siempre Sol!

¡Muerte a la grasa!
¡Muerte a las adiposidades cerebrales!
¡Muerte al burgués-mensual!
¡Al burgués-cinema! ¡Al burgués-carroza!
¡Panadería Suiza! ¡Muerte viva a Adriano!
“– ¿Entonces, hija, qué te daré por tu cumpleaños?
– Un collar… –¡¡¡Mil quinientos!!!
Mas nos moriremos de hambre!”

¡Come! ¡Cómete a ti mismo, oh! ¡Gelatina pasmada!
¡Oh! ¡Purée de papas morales!
¡Oh! ¡Pelos en las narices! ¡Oh! ¡Calvos!
¡Odio a los temperamentos regulares
Odio a los relojes musculares! ¡Muerte a la infamia!
¡Odio a la suma! ¡Odio a los abarrotes!
¡Odio a los sin desfallecimientos ni arrepentimientos,
Sempiternamente las uniformidades convencionales!
¡Manos a la espalda! ¡Yo marco el compás! ¡Yaaa!
¡De dos en dos! ¡Primera posición! ¡Marchen!
Todos a la Central de mi rencor embriagante
¡Odio e insulto! ¡Odio y rabia! ¡Odio y más odio!
¡Muerte al burgués de hinojos
Que apesta a religión y no cree en Dios!
¡Odio rojo! ¡Odio fecundo! ¡Odio cíclico!
¡Odio fundamento, sin perdón!
¡Fuera! ¡Fu! ¡Fuera el buen burgués!...

Mário de Andrade 

Traducción de Sergio Ernesto Ríos. 

La cuchilla


Son huesos. Y a veces, la manteca amarilla en los huesos;
y a veces, la sangre roja en las uñas.
Son puercos, o son las cabezas de los puercos,
cuelgan en un gancho las cabezas,
o la cara de estúpida muerte de los puercos
en el vidrio mate del matadero.
O el blanco, aunque blanco embebido de rosa,
la sangre en un sueño de tripas,
sueña el carnicero: que empuña la cuchilla.
Y el blanco delantal que se baña
o que bebe, la sangre que salta de los nervios
en un abrazo con huesos, donde vibra la cuchilla,
y cómo brilla la cuchilla que corta:
esa es la virtud del acero en el puño, que sube,
o la amenaza en la rueda vacía que lo prende
en el espacio del matadero, visible a los ojos,
anuncio de corte. O espeta su filo en una piedra,
y el único ojo vacío se concentra, a la espera de la carne.
Son cortes en la piedra aporreada de sangre,
o grietas, de donde la muerte lo acecha,
carnicero en el sueño rojo, acariciando
el filo afilado, la sonrisa sutil de la cuchilla,
que corta. Y entonces la cuchilla es otra cosa:
ni puercos, ni nervios, ni huesos,
ni siquiera el carnicero que lo sueña,
aunque parte extensiva del brazo que lo vibra,
y parte indeleble de lo que mutila,
el filo afilado, la sonrisa sutil de la cuchilla, que corta.

Dirceu Villa



Traducción de Sergio Ernesto Ríos.

atrium



lucha de sonámbulos animales bajo la lluvia. insectos calientes excavan geometrías de baba por las paredes del cuarto. en agonía, se hinchan, explotan contra la límpida lámina de la noche. son los residuos ensangrentados del ritual.
en la cal viva de la memoria duerme el cuerpo. viene a lamerle los párpados un perro herido. despiértalo para el inútil deambular de la escritura.
abandonado voy por el camino de sinuosas ciudades. solitario, busco el hilo de neón que me indica la salida.
aquí está la deriva por el insomnio de quien se mantiene vivo en un túnel de la noche. los cuerpos de Alberto y Al Berto sometidos a la coincidencia suicida de las ciudades.
aquí está la travesía de este corazón de múltiples nombres: viento, fuego, arena, metamorfosis, agua, furia, lucidez, cenizas.
arden ciudades, arden palabras.  inocentes llamas que nombran amigos, lugares, objetos, arqueologías. arde la pasión en la desmemoria de volver a dialogar con el mundo. arde la lengua de aquel que perdió el miedo.
germinan fluidos mágicos adentro de la materia contaminada del cuerpo, los órganos profundos gimen asustados por el exceso. nunca más volvemos a encontrar un paraíso. la pausa para respirar no existe, el tiempo de los grandes desiertos absorbió la savia de los adolescentes días.
el insomnio, esa herida color de herrumbre, festeja noctívagas alucinaciones sobre la piel. en la ácida pantalla de los párpados se encienden cuartos alquilados donde pernoctamos. son blancos finalmente esos pedazos de memoria donde dábamos abrigo y sosiego a los cuerpos.
para sobrevivir a la noche decidimos perder la memoria. nos cubríamos con musgo seco y amanecíamos en un capullo de frío, perdidos en el tiempo. pero, antes que la memoria fuera apenas una ligera sensación de dolor, registramos inquietantes voces, caminamos invisibles en la repetición enigmática de las máscaras, de los rostros, de los gestos deshaciéndose en ceniza.  escuchamos lo que hay de inaudible en nuestros cuerpos.
era casi mañana en el fin de este cansancio. despertaba en nosotros el vago y trémulo deseo de escribir.
pasaron doce años y olvidarte sería olvidarme. repara en el estremecimiento de la sangre, la muerte mezclando peste en los huesos, los dedos paralizados, el habla, los espejos.
en el oscuro callejón del mundo segrego abejas de esperma, la luz del mar donde tejo cuerpos de agua, la escritura que viene de las tinieblas, recuerdo: un cuerpo volvió a moverse en el interior del mío.
hoy abrí nuevamente la ventana donde siempre me recargo y escribí: aquí está la inmovilidad acuática de mi país, el oceánico abismo con aroma a ciudades por soñar. me invaden las ganas de permanecer aquí, para siempre, en la ventana, o partir con las mareas y jamás volver…
releo lo que escribí hace doce años, en este mismo lugar: las plumas se secaron, los lápices quedaron perdidos no sé dónde. las gomas ya no borran la melancolía de las palabras. la escritura que inventamos se escapó del cuerpo. el vacío nos devora. ¿dónde estuvimos todo este tiempo? ¿volveremos a encontrar y a tocar nuestros cuerpos?
no estás aquí pero te veo nítido cuando un pétalo de bruma envuelve la casa y adormece el deseo. un astro ininteligible  y de órbita difícil me guía, te ilumina. por las rendijas de un espacio hueco escruto el eco de mi cuerpo, el silente miedo de continuar vivo.
me siento en la cumbre de mi propio basurero y sonrío. espero que lleguen otros días con algún sueño, o destino, más feliz.

Al berto


Traducción de Sergio Ernesto Ríos.