25/9/12

A propósito de "Piedrapizarnik" / Francisco Hernández


a) Los buenos libros pesan. Son una piedra al cuello que nos permiten librarnos, por instantes, del lomo de la tierra.
Los malos libros, por el contrario, hunden. Aunque sus títulos estén llenos de picos, de plumas o de vuelos.

b) Un buen título no hace bueno un mal libro. Un mal título no hace malo un buen libro. Un buen libro ancla desde el título, para no dejarnos sosegados ni indiferentes. Éste es uno de ellos.

c) Muchas veces, los epígrafes seleccionados funcionan como tarjetas de presentación. Hablan de la cultura o de la inteligencia del seleccionador, superando con frecuencia a la obra que preceden. No es el caso. Aquí los versos elegidos realmente resumen, enmarcan y anuncian las páginas siguientes. ¿Su autor? Joel Piedra, joven poeta quien hace varios años desapareciera como si lo hubieran pulverizado.

d) El nombre o el apellido de un autor, incorporados al título, de alguna manera condicionan. Parecen decirnos: “Lo que vas a leer viene de otras regiones y de otras formas de escribir. No confundas la emulación con el homenaje. En el momento de ponerte un antifaz, has iniciado el proceso de quitártelo.”

e) Una página en blanco es vereda. Debemos empedrarla a sabiendas de que no va a ningún lado, así escribamos en alejandrinos.

f) ¿Piedrapizarnik? Sí,  mineral blancuzco con el que tropezamos en sueños y que siempre es el mismo, con su aspecto de lápida o de colilla pisada en una comisura de La Boca.

g) ¿Piedrapizarnik? Sí, piedra de toque, piedra imán, rueda de molino o proyectil contra un espejo, antes de que comience a duplicarnos.

h) El maestro Eckhart asegura que piedra es sinónimo de conocimiento. Alejandra Pizarnik señala que es sinónimo de sufrimiento. Y Sergio Ernesto Ríos nos recuerda que, si algo cuelga de nuestros párpados, es la piedra fundadora de la poesía: ese peso rodante y visionario, ese grumo repartido en la sed, esa recién codificada piedra de Ríos.

i) El 9 de agosto de 1955, Alejandra Pizarnik anotó en su diario: “¡Al diablo! Siento un libro dentro de mí. Un libro que me atraganta. Un libro que me obstruye la respiración. Y yo no permito que salga. ¡No! Pero ¿por qué?”Afortunadamente, Sergio Ernesto Ríos dejó a un lado temores de influencias o etiquetas castrantes, y simplemente se metió a nadar entre las palabras de la Hija del Viento con plena adoración por su locura y por su voz a ninguna otra parecida.

j) Publicar es un riesgo. No publicar puede ser asfixiante como una piedra ciega o volcánica metida en la garganta.

k) Ver “buitres de seis alas”, percibir el “cinismo del eco” y adoptar a “la luz que se ahoga como insecto”, son tareas propias de aquellos que nacieron para hablar con las piedras o, al menos,  para ablandarlas.

m) Piedrapizarnik o Alejandrapiedra, filosofal, marmórea o angular. Dícese de aquel fragmento de roca puntiagudo y esférico al mismo tiempo, que uno pretende abandonar después de la primera lectura, aunque su permanencia en el bolsillo (y en la memoria), no ha hecho más que empezar.




Francisco Hernández
Mayo 24, 2004 

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