Xitlalitl Rodriguez Mendoza
(Guadalajara, 1982) también conocida como Sisi, famosa columnista de Dealers que no me maten, acaba de publicar Catnip, un breve volumen con poemas que serán
el deleite de los peludos sultanes del hogar, de los desastres nucleares en la
patria grande de Godzilla, de los amantes de la nouvelle vague y de los
escritores suizos con caligrafía reglamentaria para los ojos de los ácaros.
Sergio Ernesto Ríos: ¿El DF es un
alucinógeno permitido? Tu primer libro todavía tapatío nada tiene que ver con Datsun y Catnip,
¿hay razones geográficas para escribir libros con planteamientos temáticos tan
extraños: un niño llamado Datsun, homenajes a gatos, apocalipsis mundiales,
Robert Walser, Serge Gainsbourg?
Xitlalitl Rodríguez Mendoza: Ja. No lo
sé. Parecería que sí, pero bueno, supongo que hay varios factores como el hecho
de haber tenido acceso a otro tipo de poesía que no conocía, y a que mucha
gente nueva me empezó a recomendar cosas nuevas. No nuevas en el sentido de
actuales, sino nuevas para mí. Trabajaba en Tierra Adentro, así que leí muchas
cosas que estaban haciendo los más jóvenes. Algunas cosas me volaban los sesos,
otras no. Además cambió todo cuando me vine para acá: empecé a trabajar, a
vivir sola, a vivir sola en esta ciudad donde, incluso si eres el mejor en el
análisis fitosanitario de una hoja de ficus caída en tu ventana, hay como
200 personas mejores que tú en eso mismo. Luego tuve la beca del Fonca y ahí me
hicieron una gran crítica... me hicieron entender que hacía falta rigor en mi
trabajo y también me presentaron a muchos poetas que ahora me encantan.
Al principio me aterré. Luego me
ofrecieron publicar en la UNAM y fue cuando empecé a trabajar en Datsun. Quería
hacer algo completamente diferente a lo que estaba escribiendo. Quería hacer a
un lado un poco esa idea de la poesía como algo terrible y catastrófico que
marcaba mi sino, para ocuparme de historias sin importancia, y plantear esas
preguntas y huecos de los que, creo, está hecha la poesía. Supongo que hay
menos probabilidades de que alguien se ocupe de las historias de las cosas
pequeñas, o de gatos... porque las vemos cada día. Pero también imagino un poco
que pasa como los microscopios; una vez que vemos a través de ellos tenemos un
paisaje marciano que siempre ha estado ahí, a unos centímetros de nosotros y
nunca lo habíamos visto de esa manera. Eso que hace Charles Simic de hacer
poemas de los dedos, o de un tenedor o de su Tía Lechuga, me fascina.
Pero definitivamente quería
experimentar otros formatos, como el poema narrativo, las prosas con temas
diferentes, como los gatos o tomar a esos artistas que me gustan y hacerles un
pequeño homenaje a partir de un libro que, definitivamente, deberían de usar
todos los talleristas de literatura: El bandido, de Robert
Walser.
SER: Datsun recibió
buenas críticas, recuerdo verlo en el top ten de los mejores libros de
narrativa que hacía Reforma, ese detalle de leerlo como cuentos me
saltó mucho, aunque si hay algo de prosa bien cuidada, miniaturista en lo que
haces, ¿qué piensas de esa relación manida entre prosa y verso?
XRM: Creo que por primera vez me
confronté con mi trabajo. Así fue como nació Datsun. Antes,
para mí, escribir era más como una serie de visiones producidas por
electroshock o una especie de escritura automática sentada en la silla
eléctrica o algo así. Pero esta vez, quería ser clara y contar algo. No que
antes no lo hiciera, o tuviera esa intención, pero no me había comprometido
tanto para entenderme. Entonces pensé que debía empezar por una historia. Una
historia clara, que a la vez pudiera atraer a muchos tipos de lectores, no sólo
entre los poetas y mi familia, jejeje. Fue un poco como bajar la guardia.
Y sobre la relación entre verso y
prosa... creo que ambos son un vehículo de la poesía, y que si el poema verso
es un tren, los poemas en prosa son una bicicleta. Todo depende a dónde quieres
llegar y qué tan rápido quieres hacerlo. Ahora que lo pienso, generalmente uso
la prosa para hablar de esas historias pequeñas y absurdas de las que hablé
antes. Tal vez no hay mucho que decir de un animal decorativo que no sirve
absolutamente para nada, como el gato; así que quizá por eso me acomodo mejor
en la prosa... siento que si abro el camino a enunciados grandes, saldrán más
cosas que decir. Es como un paseo en bicicleta, un poco más
contemplativo y holgazán a la vez.
Por otro lado, el verso me parece más
una herramienta para entablar vínculos con esos claros del poema que son
independientes a cualquier explicación; hay imágenes o momentos catárticos
dentro del texto que no te permiten explayarte demasiado, no tendría sentido,
los arruinarías... creo que en esos casos definitivamente son los grandes
momentos del verso, los encabalgamientos y todo lo que se puede hacer con
ellos.
Y bueno, creo que los versos aguantan
más un poema de largo aliento que la prosa. Como que te van controlando el
diafragma y las ideas. Ahí tenemos Autobiografía del rojo, de
Anne Carson, una hermosísima novela en verso.
SER: ¿Hacia dónde te gustaría llevar tu
escritura, cuál es tu poética a largo plazo?
XRM: Lo siguiente que quiero hacer es
en contar varias historias de mi familia. Conversando con amigos, pienso que en
todas las familias hay acontecimientos trágicos, o simples, pero que deben ser
contados porque también forman parte de nosotros, de nuesta identidad. Me
sorprende cómo es que yo puedo tener una vida fácil, por decirlo de algún modo,
en la capital del país mientras que alguien tan cercano a mí, un tío, fue
secuestrado y asesinado en el sur de Jalisco.
Y así hay un montón de historias más.
Todas relacionadas con personas que durante mi infancia o adolescencia fueron
muy allegados y terminaron con tipos de vida que no concibo que haya. Entonces,
quiero hacer poesía para reestablecer vínculos con esas personas y mapear a
escala la violencia del país. No la pienso como poesía de denuncia, sino darles
un espacio dentro de mi poética. Me gustaría dar a conocer lo que ellos tengan
que decir, y además, eso me complementa. Ellos han sido parte mi vida. Después
de todo, mi tío Manuel me presentó a los Beatles y a Del Shannon.
Creo que este proyecto tiene para un
rato, y después no lo sé.
SER: De tu trabajo en la edición de
libros para un fondo gubernamental, qué sensación te deja en tanto maquila de
escritores jóvenes, sobre todo como concepto macro de la cultura y la
literatura en nuestro país, y en general la oficialización, la burocracia ¿qué
cosas cambiarías y qué cosas te parecen bien hechas?
XRM: Creo que Tierra Adentro es un gran
estímulo para los escritores jóvenes del país, porque tiene una presencia
nacional, y creo que lo mejor de ese programa es que te introduce a la
interlocución con otros autores jóvenes: hacen encuentros de escritores y
presentaciones colectivas en escenarios importantísimos como la FIL de
Guadalajara.
Sin embargo, también creo que de alguna
manera, Tierra Adentro no llega a todo tipo de escritores jóvenes. Muchos de
los que llegan ahí responden a autores mayores que en su juventud publicaron en
Tierra Adentro. De esta manera, determinados círculos de poetas de todo el país
son los que conocen esta revista y el Fondo Editorial. Estoy segura de que hay
muchos autores que ya han publicado en editoriales independientes que no saben
de los beneficios que ofrece este programa.
La burocracia es atroz, como en todas
las instituciones de gobierno, y no depende de los titulares del programa, sino
de todo Conaculta y la SEP. Sobre la oficialización de los poetas... ¿qué te
puedo decir? Supongo que en el fondo todavía creemos ese mito de que el
gobierno federal da prestigio, y al lado tenemos el hecho de que da dinero.
Poco, pero algo. A veces hay que esperar tres meses para que te paguen dos
pesos, y no tienes de otra más que aguantarte. Además, es prácticamente la
única vía de que te paguen por publicar poesía en este país.
Afortunadamente también hay editoriales
independientes que están sacando cosas increíbles y con un trabajo editorial y
de diseño maravillosos.
SER: Frente a la enajenación,
vigilancia y control de los medios informativos en el país tú que has trabajado
en periódicos y revistas ¿qué opinas de la relación o yugo de medios más
política?
XRM: Creo que la política de este país
es tan cerda que funciona como un remolito que jala todo hacia su interior. Y
como Televisa y los empresarios, quienes verdaderamente tienen el poder, son
los que pueden poner periódicos nacionales y financiar canales de televisión,
no hay canales abiertos de análisis ni crítica. Es insultante tener elecciones
fraudulentas, un presidente electo que ya financió su campaña con dinero del
narco y que es un personaje de Televisa. ¡Me da un chingo de vergüenza que haya
salido en The Guardian y que no haya pasado absolutamente
nada!
Del resto, creo que en las redes
sociales se están abriendo verdaderos canales de comunicación y una buena
crítica. Pero también es cierto que somos muy pocos los que tenemos acceso a
internet, y tampoco sé mucho al respecto, no sé si en verdad se pueda hacer
algo desde ahí. Lo que definitivamente me gusta mucho es el acceso a la
información gratuita, la exposición que tenemos los usuarios a textos o ideas
que no podríamos conocer si leyéramos a Ciro Gómez Leyva.
También me gusta Twitter porque no hay
un poder ni nada... es completamente horizontal. Los políticos son usuarios,
igual que nosotros. Nunca habíamos podido insultar a algunos de ellos
directamente, y eso es muy liberador.
SER: ¿Hace falta un Catnip multitudinario
para llevarnos al lado lúdico, imaginativo y de alto voltaje de la vida, qué
lugar le otorgarías a la escritura en la realidad a secas?
XRM: Jajaja, wow, sí, deberíamos
rellenar la Estela de la Luz de catnip y hacer un mega churro y darnos unos
tanques. Por lo menos así serviría de algo.
Sobre la escritura, chin, ya voy a
parecer el Guasón de Nolan porque siempre digo algo diferente, pero supongo que
las perspectivas van cambiando con el tiempo. Pero de lo que estoy convencida,
es del poder que tiene la escritura como testimonio y memoria. Algo que está
ahí, que no te permite estar tan solo... La poesía es un eco que alguien deja y
que rebota dentro de ti, cuando la lees.
Recuerdo el capítulo de "El
náufrago", de Moby Dick, en donde un hombre cae del barco
y se queda solo en el océano. Luego lo recogen, pero para entonces ya perdió la
razón por haberse sentido solo en la inmensidad, y es entonces cuando empieza a
hablar de lo minúsculo que es él en este mundo.
La escritura, para mí, es un pequeño
flotador que me salva de tanta chamba que hay que hacer, y tanta gente que hay
que perder y extrañar. Y de las cacas malvadas de mi gatita, Sinalefa.
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