MI
NOMBRE DE GUERRA ES ALBIÓN
Un Valium por favor
un ciento de nomenclaturas de embriones
mi nombre de guerra es Albión
Sergio
Ernesto Ríos
He aquí
un libro diferente. A este poemario se le conmina una intencional contrapartida. Su autor
testifica bajo un soporte infernal mediando entre la esquivez y lo horrendo. Los textos se inscriben dentro
de un replanteado oxímoron donde los significados lejos de reafirmarse se
niegan. Esto no significa que el poeta no haya obtenido un discurso coherente.
Sergio Ernesto Ríos, (Toluca, México. 1981) tiene de ancilar
un auténtico espectáculo geográfico e histórico, y una marcada propensión a establecerse
dentro de la doctrina de la periodicidad para focalizar su propia guerra: lucha de un
yo actuante en lo utópico, en lo
provisional, en la fuerza de lo emotivo para fijar su esencia dialogicista.
Dígase un logos imperativo, dígase un Ser
que conspira, se autovigila, y se autoaniquila frente a un frío escenario.
Libro
de resonancias, de centrada estética que
ahonda en el carácter cíclico de los fenómenos, que obtiene un acelerado ritmo
porque el tono es agudo, perspicaz, y con mucha valía proyecta un Universo de
transgresiones. De legados y símbolos que
comparecen para que el sujeto lírico se apasione, o se transfigure bajo un coto
medieval. Coto exiguo, o coto místico para embrionar un estado de dolor, un
pernoctar en el sufrimiento. Estacionamiento en la recrudecida realidad que se sopesa y se rebela. / amárrame las manos/ impide que aniquile el odio y el riñón del
francés/el feto que enterramos bajo un árbol.
Sergio
Ernesto enaltecido por los símbolos se categoriza con múltiples diseños
culturales, y surtidas conquistas formales. Su rejuego se adentra en las
reservas trans-genéricas-, megatexto o ultrapresencialización idiomática, a
veces innecesarias, a ratos procedentes para reinterpretar y/o decodificar un discurso que ansía
renovarse con ignorados estereotipos.
A esto
puede sumársele una gran carga de tensiones, y una sobrepujada premeditación
para expresar una verdad, nada agradable, porque la realidad, o su realidad
obedece a ser dicha como una espada hendida en el reflejo de los otros, amén de
que su yo transgrede las fronteras de un ego apasionado. Un ego que no necesita
mediadores, que acampa en la auténtica
legión de los que han muerto provisionalmente para entender su destino.
Para
Sergio, Albión no es sólo la tierra
blanca, la “nesos lernon kai Albionon”
de origen celta: isla de los lernos y los albiones, antiguo nombre de Britania;
para este poeta es sustancia, albur, claridad absoluta, luz en las tinieblas, umbral para refugiarse, y
desde allí padecer.
Albión
es un acto de fe. Weissland no es sólo su morada, es ante
todo su propia hostilidad, espacio blanco: Zona para subyacer ante las constantes
recaídas. Área cristalina para ahuyentar la noche, para expulsar a los muertos,
y levantarse así mismo.
la noche es un acoso de azogue
y perlas nítidas/
la niña arsénica en cabellos
rojos sobre la rama.
Este
libro: poema único, o poema padre emite una armonía que se consustancia en la
fuerza del lenguaje y posee de antemano una energía carnalizada, en muchos de
sus textos acuden múltiples presencias, manifestaciones cuantiosas de
relaciones humanas; sean históricas, sean culteranas, sean reales o ficticias. Su autor traza una teatralización donde los
personajes necesariamente se yuxtaponen para que el yo pueda franquear sus verdaderas intenciones. El teatro siempre quedó adentro -Sujeto que enuncia con ajenidad-.
-Sujeto agredido por los referentes-. Sujeto que se asfixia y revela, al final
su miedo.
Últimamente pienso que lo que
vive en este basurero es mi cadáver (el cadáver
del cerdo abismado) de ahí la
facilidad de las cosas en la monotonía, están empecinadas en la monotonía.
Su autor parece clarificar su acometido:
proveerse del complejo tanático. Después de los profundos derrumbes interiores. Mucho
después de las reiteradas muertes espirituales, de sentirse abandonado en las
sombras decide buscar luminosidades. El poseído por el alcohol comprende que
debe despertar, o al menos reinterpretar su condición humana.
Ahora con el alcohol es
diferente. Las voces vienen y van. Y son menos específicas. No tienen una
presencia humana.
No lo digo porque yo mismo
tenga una presencia humana.
Pero ha sido, un poco, como
apagar las luces de una casa
y dejar a la noche sus
ficciones.
Admito
que estamos en presencia de un sujeto nada convencional que con mucho heroísmo
se desapega para lograr una extraversión de un Caos donde el alma se depura para concentrar un orden. Llamémosla
poesía agónica. Poesía maldita, o poética de los suicidas. La voluntad y la
libertad expresiva de su autor utiliza una ambientalización sui generis. Como Rimbaud, Sergio
también pasa una temporada en el Infierno.
Allí consume las horas, con miedo ha construido un asidero, quiere dar una
instantánea para luego salirse, crear nuevos mundos, unificarse en una
cosmicidad segura, y salir finalmente
del enclaustramiento, del ensimismamiento con la muerte de todas sus
imperfecciones. ALBIÓN ES SU LUZ. PATRONATO DE RESURECCIONES.
Miladis
Hernández Acosta.
Princesa
de la poesía cubana.
Guantánamo,
Cuba. 10 de junio, 2012.
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