3/8/12

Mi nombre de guerra es Albión/ Miladis Hernández Acosta



MI NOMBRE DE GUERRA ES ALBIÓN


Un Valium por favor
un ciento de nomenclaturas de embriones
mi nombre de guerra es Albión

Sergio Ernesto Ríos


He aquí un libro diferente. A este poemario se le conmina  una intencional contrapartida. Su autor testifica bajo un soporte infernal mediando entre la esquivez  y lo horrendo. Los textos se inscriben dentro de un replanteado oxímoron donde los significados lejos de reafirmarse se niegan. Esto no significa que el poeta no haya obtenido un discurso coherente. Sergio Ernesto Ríos, (Toluca, México. 1981) tiene  de  ancilar un auténtico espectáculo geográfico e histórico,  y una marcada propensión a establecerse dentro de la doctrina de la periodicidad  para focalizar su propia guerra: lucha de un yo actuante  en lo utópico, en lo provisional, en la fuerza de lo emotivo para fijar su esencia dialogicista. Dígase  un logos imperativo, dígase un Ser que conspira, se autovigila, y se autoaniquila  frente a un frío escenario.
Libro de resonancias, de  centrada estética que ahonda en el carácter cíclico de los fenómenos, que obtiene un acelerado ritmo porque el tono es agudo, perspicaz, y con mucha valía proyecta un Universo de transgresiones. De legados y símbolos  que comparecen para que el sujeto lírico se apasione, o se transfigure bajo un coto medieval. Coto exiguo, o coto místico para embrionar un estado de dolor, un pernoctar en el sufrimiento. Estacionamiento en la recrudecida realidad que  se sopesa y se rebela. / amárrame las manos/ impide que aniquile el odio y el riñón del francés/el feto que enterramos bajo un árbol.
Sergio Ernesto enaltecido por los símbolos se categoriza con múltiples diseños culturales, y surtidas conquistas formales. Su rejuego se adentra en las reservas trans-genéricas-, megatexto o ultrapresencialización idiomática, a veces innecesarias, a ratos procedentes para reinterpretar  y/o decodificar un discurso que ansía renovarse con ignorados estereotipos.
A esto puede sumársele una gran carga de tensiones, y una sobrepujada premeditación para expresar una verdad, nada agradable, porque la realidad, o su realidad obedece a ser dicha como una espada hendida en el reflejo de los otros, amén de que su yo transgrede las fronteras de un ego apasionado. Un ego que no necesita  mediadores, que acampa en la auténtica legión de los que han muerto provisionalmente para entender su destino.
Para Sergio, Albión no es sólo la tierra blanca, la “nesos lernon kai  Albionon” de origen celta: isla de los lernos y los albiones, antiguo nombre de Britania; para este poeta es sustancia, albur, claridad absoluta, luz  en las tinieblas, umbral para refugiarse, y desde allí padecer.
Albión es un acto de fe.  Weissland no es sólo su morada, es ante todo su propia hostilidad, espacio blanco: Zona para subyacer ante las constantes recaídas. Área cristalina para ahuyentar la noche, para expulsar a los muertos, y levantarse así mismo.
la noche es un acoso de azogue y perlas nítidas/
la niña arsénica en cabellos rojos sobre la rama.
Este libro: poema único, o poema padre emite una armonía que se consustancia en la fuerza del lenguaje y posee de antemano una energía carnalizada, en muchos de sus textos acuden múltiples presencias, manifestaciones cuantiosas de relaciones humanas; sean históricas, sean culteranas, sean reales o ficticias.  Su autor traza una teatralización donde los personajes necesariamente se yuxtaponen para que el yo pueda franquear sus verdaderas intenciones. El teatro siempre quedó adentro -Sujeto que enuncia con ajenidad-. -Sujeto agredido por los referentes-. Sujeto que se asfixia y revela, al final su miedo.
Últimamente pienso que lo que vive en este basurero es mi cadáver (el cadáver  del cerdo abismado)  de ahí la facilidad de las cosas en la monotonía, están empecinadas en la monotonía.
 Su autor parece clarificar su acometido: proveerse del complejo tanático. Después de  los profundos derrumbes interiores. Mucho después de las reiteradas muertes espirituales, de sentirse abandonado en las sombras decide buscar luminosidades. El poseído por el alcohol comprende que debe despertar, o al menos reinterpretar su condición humana.
Ahora con el alcohol es diferente. Las voces vienen y van. Y son menos específicas. No tienen una presencia humana.
No lo digo porque yo mismo tenga una presencia humana.
Pero ha sido, un poco, como apagar las luces de una casa
y dejar a la noche sus ficciones. 
Admito que estamos en presencia de un sujeto nada convencional que con mucho heroísmo se desapega para lograr una extraversión de un Caos donde el alma se depura para concentrar un orden. Llamémosla poesía agónica. Poesía maldita, o poética de los suicidas. La voluntad y la libertad expresiva de su autor utiliza una ambientalización sui generis. Como Rimbaud, Sergio también pasa una temporada en el Infierno. Allí consume las horas, con miedo ha construido un asidero, quiere dar una instantánea para luego salirse, crear nuevos mundos, unificarse en una cosmicidad segura,  y salir finalmente del enclaustramiento, del ensimismamiento con la muerte de todas sus imperfecciones. ALBIÓN ES SU LUZ. PATRONATO DE RESURECCIONES.



Miladis Hernández Acosta.
Princesa de la poesía cubana.
Guantánamo, Cuba. 10 de junio, 2012.


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