Qué se
puede decir de Heriberto Yépez (Tijuana, 1974) nuestro primer postmexicano,
psicohistoriador, opinólogo fronterizo, polígrafo, proyecto de sanador del alma
nacional en dosis de autoayuda, como lo intentara en La increíble hazaña de ser mexicano, libro –poéticamente– relegado
a las ofertas de Gandhi en 50 pesitos, nadie desea curarse. Mi penúltimo
desencuentro con Yépez fue su traducción de los caprichos soporíferos (que son
25) de Jerry “Sonaja” Rothenberg, aunque los chamanes judíos de Nueva York jugando
a Danza con lobos nunca fueron mis
favoritos. Confié. El último desencuentro fue esta entrevista. Había leído hace
tiempo aquel ensayito “Aforismos Ufológicos. Avistamientos en el planeta
Maussán”, donde Yépez confiesa que ha visto OVNIS dos veces en su vida,
esperaba grandes revelaciones, pero en esta ocasión –el burro por delante– nos
da burro-cebra por liebre, según dicta la hospitalidad típica tijuanense. En
venganza, agrego al final una selección de aforismos extraídos del ensayo
mencionado que con mucho cariño mutilo, robo y abduzco para ustedes.
VICE: ¿Por qué creer en los
OVNIS y en ese caso qué reflexiones significativas aportan al hombre normal y a
la vida diaria? Los lugares comunes apuntan hacia la orfandad, el “no estamos
solos”, lo mismo al ámbito de lo divino, también a la fatalidad de ser
invadidos y dominados por “seres superiores” y, claro, a una supuesta
tecnología inimaginable.
Heriberto Yépez: No, no “creer” en
los ovnis, no; mantener la apertura a analizar la evidencia. Hay mucha, muy
diversa; desde la absurda e inverosímil hasta la que es difícil de desechar,
por su alto nivel de complejidad: avistamientos colectivos, grabaciones muy
claras de tecnologías con vuelos mecánicos, etcétera. Más que pensar esto en su
expresión en la cultura popular o sus implicaciones, lo necesario es mantenerse
abierto a analizar evidencia.
VICE: Expedientes
desclasificados y documentales transmitidos por televisión afirman que el Area
51 –que tantos desvelos, úlceras y bilis le causaran a Jaime Maussan– era
simplemente un proyecto de aviones veloces e invisibles con funciones de
espionaje y ataque durante la Guerra Fría. Carl Sagan negaba la posibilidad
científica de que un fenómeno tan verificable, tan visible, tan escandaloso, en
un mundo de telescopios, radares y cámaras, pudiera ocultarse fácilmente y hacia el
cálculo de avistamientos por día en el planeta y, por lo tanto, de existir,
prácticamente todos seríamos testigos
del fenómeno OVNI. ¿Cuál es la visión que compartes al respecto: vida en otros
planetas, experimentos militares, visitantes que siempre estuvieron, la tierra
como un laboratorio extraterrestre, un pacto entre potencias extranjeras y
seres de otros planetas?
Heriberto Yépez: Vida inteligente
en otros planetas, con capacidad tecnológica para salir de su planeta a
distancias y velocidades mayores que la desarrollada por la NASA, por ejemplo.
No somos los únicos seres inteligentes que pueden salir de su planeta, ni somos
los más desarrollados tecnológicamente.
VICE: El cine en sus orígenes
provocó asombro y pavor, George Méliès, tenía el oficio de ilusionista, y dejó
su “Viaje a la Luna” con esos bizarros selenitas de coreografía. Orson Welles y
su adaptación radiofónica de “La guerra de los mundos” creó el caos. En las
civilizaciones antiguas los dioses y los mitos se involucraban con lo celeste:
las constelaciones, los solsticios, los fenómenos meteorológicos y ello era
parte de una comunión en religiones y
ritos, en una época de estafas y manipulación colectiva, ¿cómo verificar,
vincularse o participar de un suceso transplanetario- transhumano?
Heriberto Yépez: No tengo la
respuesta. Creo que nadie la tiene.
VICE: Más allá de la moda
reciente de sobreinterpretar mitos, pirámides, petroglifos e imágenes que
comprueban que siempre hubo trato con civilizaciones de otros mundos, 1947 en
Roswell es el momento esencial y
Norteamérica la sede del contacto; por una peculiar coincidencia etimológica
ese “alien” norteamericano también es el migrante, la ansiada Green card o Alien Registration Card le otorga al “alien” su estatus de
residente, y de nuevo, casualmente, simbólicamente, se llama green card porque entre 1946 y 1964 tuvo
un color verde. ¿Las fechas (1946 y 1947), lo etimológico (alien-
extraterrestre y alien-migrante), lo fortuito también habla de una metáfora
ostensible hacia “aliens” con nombre y apellido y contactos muy próximos?
Heriberto Yépez: No entiendo la
pregunta.
VICE: ¿Se trata siempre de
naves y luces, más que de cuerpos, esto habla de una paranoia tecnológica?
Ahora bien los cuerpos que el imaginario extraterrestre presenta describe seres
asexuados, de profundos ocelos negros (semejantes a los de muchos de nuestros
insectos), cuerpos blancos, a veces luminosos, estatura pequeña, cabezas
calvas, comunicándose por telepatía, sin nariz, sin boca. Si se tratara de la
descripción pesadillesca de uno de tus pacientes ¿qué podrías deducir de un ser
fantástico o monstruoso de este tipo?
Heriberto Yépez: Eso sólo lo podría responder seriamente en relación con
la historia familiar e individual del paciente, y en relación con su salud
emocional, historial personal; o sea, no se puede establecer una relación
directa entre descripciones de seres y su significado psicológico
independientemente del contexto o caso específico.
VICE: En uno de sus
manifiestos utópicos religiosos, el poeta brasileño Roberto Piva escribe:
“Creación de una política eficiente & con mucha información al público en
relación a los Platillos-Voladores.
Formación de grupos de contacto & intercambio de información. Facilitar
relaciones eróticas entre terrestres & tripulantes de OVNIS”, ¿qué opinas
de esta propuesta erótica, y qué otras propuestas agregarías sobre este tema?
Heriberto Yépez: Es un juego
poético; es decir, no me parece que se pueda reunir el imaginario en torno a
los ovnis, como si eso fueran los ovnis.
VICE: En tu libro “Made in
Tijuana” mencionas la intervención de Allan Kaprow al minarete del Casino de
Agua Caliente –que marcaba el arribo al paraíso de todo lo prohibido–
convertido en una risible nave mexicana, si hoy hubiera una invasión
extraterrestre e hipotética dominación ¿cuál de tus oficios terrestres escogerías
(solamente uno): escritor, traductor o psicólogo y por qué?
Heriberto Yépez: Psicólogo; porque
los cambios en la psique humana serían tremendos. En tus preguntas hay una gran
presencia de imaginarios populares en torno a los extraterrestres, que no dicen
nada sobre los extraterrestres sino sobre la forma en que el humano reacciona
ante la posibilidad de vida extraterrestre; si así imagina ante la mera
posibilidad, su reacción ante un encuentro cuerpo a cuerpo o, al menos, frente
a tecnología extraterrestre causaría un cambio radical en el mapa emocional y
en la imaginación humanas. La fantasía humana no volvería a ser la misma.
Aforismos ufológicos de
Heriberto Yépez
Selección de Sergio
Ernesto Ríos
Los extraterrestres son eso que
necesitamos para realmente autodefinirnos.
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Haber visto ovnis alteró radicalmente mi imagen del universo y todos los conceptos centrales de la humanidad; sin embargo, yo mismo apenas me escucho decir esto me lanzo a reír de mi propia cursilería.
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Los ovnis mismos suscitan que los avistamientos sean dudosos o ridículos. Han investigado la televisión humana y se han dado cuenta de que sólo siendo pusilánimes podrían llamar la atención terrícola.
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A la ciencia le pasó de largo (¡e inclusive niega!) el fenómeno más importante de nuestro tiempo. La ciencia, por lo tanto, ya no puede tener casi ningún crédito. Los ovnis sí que son un golpe bajo a la Modernidad.
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En un mundo regido por la fe en la imposibilidad de la trascendencia, la abducción es el sucedáneo de la trascendencia.
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La abducción nos permite volver a creer en la posibilidad de salir de este mundo sin la necesidad de creer en Dios o el Cielo: basta creer en los extraterrestres o, mejor dicho, en su existencia plomiza en los semisueños.
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La abducción extraterrestre próximamente vencerá al narco-secuestro como fórmula favorita de las chicas para tener una cita a ciegas.
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Lo que los humanos llaman "inteligencia" se llama retraso mental en otros planetas. Encontrar inteligencia extraterrestre será descubrir nuestra oligofrenia.
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¿Cuál es el mejor pastelazo en la historia universal del humor absurdo?: una nave espacial estrellándose en suelo extraño. Ja ja ja (risas grabadas).
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Me parece una bendición provisional que los ovnis todavía no formen parte del discurso político público.
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Los nerds nos aficionamos tanto a la ufología porque es nuestra única esperanza de algún día tener emociones fuertes.
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El Área 51 es una base restringida con instalaciones secretas más intrigantes que nuestra propia psique.
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Cuando tengamos el encuentro con habitantes de otros planetas sabremos por fin que esencialmente somos "terrícolas", un nombre que ahora pertenece exclusivamente a la ciencia ficción kitsch.
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Comprobar que los extraterrestres no son moralmente superiores que nosotros sería la decepción más grande después del sacrificio fallido de Cristo.
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Cuando dos razas se encuentran pronto surge una nueva sexualidad, un nuevo erotismo.
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El principal problema práctico que se presentaría después de un encuentro de mundos serían los celos.
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Si Sade hubiera escrito sus novelas en el siglo XXI no estarían protagonizadas por sacerdotes y libertinos sino por extraterrestres.
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Como proyección psicosocial, los ovnis implican que el hombre no cree que el avance de la tecnología sea finito.
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Los ovnis nos hacen seguir creyendo en una de las peores supersticiones de la humanidad: la tecnología como progreso irrefutable.
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En el futuro todos seremos extraterrestres.
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La existencia de vida extraterrestre inteligente que nos visita es el problema más interesante que debería debatir la filosofía.
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Los extraterrestres son los parientes ricos de los indígenas. Son las culturas indias de la atmósfera.
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Si los extraterrestres existen, la humanidad tiene sentido.
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Si el hombre está solo entonces no es más que –para usar la fabulosa expresión de Burroughs– a random event in a dying universe, un suceso gratuito en un universo moribundo.
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Jaime Maussán desempeña en nuestra sociedad el papel de un profeta popular: explica eclipses solares, fenómenos climáticos, complots políticos, erupciones volcánicas, cambia la mente del pueblo, comunica con el cielo, vaticina el futuro, ¿no es todo esto lo que hacía un visionario, auténtico o falso, en las culturas precolombinas?
Publicado en la "Revista Vice", septiembre de 2012.
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