Que mi retrato
petrificara a los selenitas, que mis retratos se cultivaran en invernaderos y
colgaran a gran altura, entre nubes salidas de heliotropos, que las aves
hicieran con mi retrato pequeñas sombrillas. Mi retrato como un campo magnético,
una vacuna, una ofuscación. Mi simple retrato pastando como un búfalo alrededor
de los satélites.
letal
este glifo esta
hélice que remonta
cuando hablo a las
astronaves
al fuego tupido de
tentáculos
flotando con nos
cuando giramos
disparados por un
revólver
las astronaves y nos
sobre un relieve ámbar
y les digo queridas
astronaves hagan lugar a las escamas
los humanos son las
escamas
ningún humano será
un profeta barbado
un profeta barbado
es un
francotirador en retirada
la historia de los
profetas barbados
son cien por ciento
abducciones
encuentros y
rechazos y arduas preceptivas
de zarzas parlantes
yo amo zarzas
parlantes fresquitas en mi plato
Puedes
confundir estas figuras maternas con organismos cibernéticos que proceden del
manatí.
los ojos de los emisarios en la
pantalla de televisión
si es niña que se
llame jerigonza
y luna en un jardín
de miembros siameses
y la promesa y el
monstruo
y no puedo levantar
la cuesta
y jaula con máquinas
para la ciudad al fondo de mi sien
y un dulce nuevo
estilo de estar intoxicados
y bulbo que marcha a
la sombra
equidistante
entre una sala de
quirófano y un bosque
y golosina tras la
muerte
y nostalgia
subterránea extraterrestre
del calor de
hogar
Los fetos prefieren choques eléctricos y un pequeño
bozal, miro sus cabezas verdes en forma de aeróstatos rodearme.
mereces la ciencia ficción
la gracia prudente
de una reservación
de asientos eyectores
observados en un
cuenco de cristal
en el desamor
que viste un kimono
de luces plateadas
y rastros de
paracaídas
medusas o pulpos o
flores verticales
medusas o pulpos o
flores verticales
medusas o pulpos o
flores verticales
Soy un tratado de la prehistoria, tus ojos lograron
excavar y luego equivocarse sobre los títulos del miedo.
guía anestésica para pequeños
animales
para Sisi
me dijo que venía de melmac
era pequeñita apenas ochenta y dos centímetros
y tenía el pelaje café claro
unos ojos redundantes en la oscuro
y la nariz curiosa de un oso hormiguero
unas botas grises
extraordinarias le ayudaban a flotar y teletransportarse
su aeronave tenía la
apariencia de una cáscara de nuez
todo lo controlaba
con la mente y era instantáneo
subimos
esto es una bola de
fuego
esto es la
misericordia
las nubes repetidas
en nubes espejos
dragones a
contramano
un test espacial
los roedores suben
noventa grados
las constelaciones
son dirigidas en pases de molusco
Sit tibi terra levis.
Sergio Ernesto Ríos