TRUCO INOXIDABLE
faca
repito faca
escribo faca por el cuerpo, dibujo faca en el pecho de la noche
me deshago del apogeo inoxidable de otra faca
faca
sonrío faca en lo oscuro de un callejón
-¡Hoy no matarás!
OFICIO DE AMAR
ya no te necesito
tengo la compañía nocturna de los animales y la peste
tengo el grano enfermo de las ciudades erguidas al principio de otras galaxias, y el remordimiento
un día presentí la música estelar de las piedras, me abandoné al silencio
es lentísimo este amor que aumenta con el latir del corazón
no, no necesito más de mí
poseo la enfermedad de los espacios inconmensurables
y los secretos pozos de los nómadas
asciendo al conocimiento pleno de mi desierto
dejé de estar disponible, perdóname
si cultivo regularmente la saudade de mi propio cuerpo
aquí te cuento los relatos simples
de esas embarcaciones perdidas en el eco del tiempo
cuyos nombres y provecho de mercaderías
aún transitan hoy de soledad en soledad
LA ESCRITURA
la escritura es mi primera morada de silencio
la segunda irrumpe del cuerpo moviéndose por detrás de las palabras
extensas playas vacías donde el mar nunca llegó
desierto donde los dedos murmuran el último crimen
escribirte continuamente… arena y más arena
construyendo en la sangre altísimas paredes de nada
esta pasión por los objetos que guardaste
esta piel-memoria exhalando no sé qué desastre
lengua de limos
esparcíamos semillas de cicuta por la niebla de los sueños
las mañanas llegaban como un gemido estelar
y yo perseguía tu rastro de esperma a la orilla del mar
otros cuerpos de llagas atraviesan el silencio
de esta morada erguida en la precaria saliva del crepúsculo
cuando no estás aquí
lo que nos rodeó se pone a morir
la ventana que abre hacia el mar
continúa cerrada sólo en sueños
me levanto
la abro
dejo que la frescura y la fuerza de la mañana
escurran por los dedos prisioneros
de la tristeza
despierto
hacia la claridad cegadora de las olas
un rostro se desenvuelve nítido
más allá
rasando sal de la inmensa ausencia
una voz
quiero morir
con una sobredosis de belleza
y en un susurro el cuerpo apaciguado
escruta ese corazón
ese solitario
cazador
levántate y obedece al niño que fuiste
ve por el desierto de la edad donde la mentira
carcomiendo el paisaje se expande dentro
de estas pobres imágenes desmanteladas
el vuelo de aves infelices se desprende de la tierra
donde el cuerpo guardó el canto remoto de las lunas
de limos de arenas y de las primeras aguas
abre ahora los párpados en el cuarto oscuro
despierta el blanco tigre por la sangre tierna del sueño
no tengas miedo del diluvio
donde el muchacho crece deja el cortante día
esparcirse luminoso como un puñal
29 de julio de 1982
por detrás de cada verso nace un ave, un silencio herido, o un mineral que se entierra sílaba a sílaba en el cuerpo, están contaminados de claridad los cimientos de aquello que escribo. una ciudad exterminadora viene del olor de la tinta permanente, palabra a palabra excavo en el corazón del texto. por detrás de cada poema existe el cuerpo que lo engendró en un instante de pánico.
aunque una duda persiste, nada queda acabado, definitivo. se ilumina otro cuerpo por insomnio, desasosegado. ninguna máscara consigue esconder, ni proteger, el rostro lastimado. ninguna imagen tuya se revela en el azúcar de las venas.
las manos irrumpen en forma de flor, posan suavemente en la boca, se deshojan los dedos en la saliva etérea de los sueños. sólo consigo amarte en el infinito tiempo antes de despertar.
dios tiene que ser sustituido rápidamente por poemas, sílabas silbantes, lámparas encendidas, cuerpos palpables, vivos y limpios.
el dolor de todas las calles vacías.
me siento capaz de caminar en la lengua aguzada de este silencio. y en su simplicidad, en su claridad, en su abismo.
me siento capaz de acabar con ese vacío, y de acabar conmigo mismo.
el dolor de todas las calles vacías.
pero adoro la noche y la risa de cenizas. adoro el desierto, y el azar de la vida. adoro los engaños, la suerte y los encuentros inesperados.
pernocto casi siempre del lado sagrado de mi corazón, o donde el miedo tiene la precariedad de otro cuerpo.
el dolor de todas las calles vacías.
pues bueno, mario – el paraíso se sabe que llega a lisboa en la fragata de alfeite. basta poner una luna nerviosa arriba del mástil, y mandar arrear el velamen a alguien. esto es lo que hay que decir: de aquí nadie sale sin pasar lista.
el dolor de todas las calles vacías.
los poemas adormecieron en el desasosiego de la edad. fulguran en la perturbación de un tiempo cada día más corto. y, por momentos, los escucho en el trance de la noche. me asolan las imágenes, me rasgan las metáforas insidiosas, puercas… y nada escribo.
el regreso a la escritura terminó. la vida toda jodida –y el alma toda agujereada por una agonía del tamaño de este mar.
el dolor de todas las calles vacías.
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