Tres libros del año pasado, Estilo de Dolores Dorantes, Kilimanjaro de Maricela Guerrero y Babia de Karen Villeda comparten ser pequeñas utopías insulares de lenguaje escrupulosa y musicalmente elaborado. Estilo, en una de sus capas semeja una ensoñación angustiante, en los fragmentos se bosqueja un internado y una voz colectiva con resabios de infancia (esta voz de infancia también significa el sueño mismo, lo latente, lo intuido tanto como la realidad equivale a un inamovible estar con dos pies en tierra, adulto y determinado), pero más aún –y esto arrasa a los que escuchan las palabras “poesía” y “lírica” e imaginan un cupido bonachón haciendo picnic con unicornios y osos de peluche en un prado ameno, dando bocados a un arcoíris dibujado en el paisaje– una pesadilla castrense que secuestra a las internas, tortura los cuerpos femeninos, disgrega metódicamente, a lo Klaus Barbie, esas flores. Resumo: Estilo es La inteligencia de las flores de Maurice Maeterlinck más Jakob von Guten de Robert Walser más Papeles salvajes de Marosa di Giorgio más cualquier cifra que confirme el corazón podrido de este país y sus muertos: “Ciérranos. Destrúyenos la boca. Entra. Tortúranos en otras realidades. Tómanos con la mente y la palabra. Híncanos. Que tu racha de pájaros pase sobre nosotras. Conviértenos en cielo que atraviesan las ramas. Captúranos del cuello como a los animales. Como a los animales, fervor” o “Danos una botella y acabaremos con tu mundo. Préndenos y el fuego correrá como plaga. Llegamos hasta tu oficina. Hasta tu máquina. Llegamos hasta tu silla de maestro. Hasta ese mundo que ya no es el mundo. Donde nada se toca y nos besamos. Unimos nuestros labios de niñas mojadas con algún combustible. Danos un bosque. Danos la presidencia”. En Kilimanjaro hay un efecto semejante, podemos regocijarnos en el ritmo de un tren en marcha por un paisaje de vaquitas lecheras, en la enumeración lúdica e ingeniosa que sigue el poema y sutilmente ese catálogo enternecedor que guía el paso de la máquina por un locus amoenus, de esa bestia de manivelas, palancas, pistones, caja de vapor, bielas, crucetas, tornillos, engranes, muelle, etcétera y ahí el lirismo se eclipsa por el relato de dolor y carnicería, metáfora del país que nos volvieron M-A-T-A-D-E-R-O, cito: “un país es una vaca atada a las vías, un país es una vaca marcada en el rastro, un ejercicio de estilo, una vaca país se disecciona y se pone en venta” o “se descuartiza un territorio: trenes en liquidación se anuncian, manchas en la pared: reses. Territorios en el rastro: territorios y vías sin rastro ni huella ni registro: marcas, cicatrices y abstracciones”. ¡No más Rancho Alegre!
Mientras
tanto Babia continúa la búsqueda de Tesauro, primer libro de Karen Villeda,
hay siempre una intención psicológica, geográfica y arquitectónica en sus
libros, escribe libros para habitar, habitar “un decir”, “una lengua”, crearla,
enunciarla –el enunciar como “hecho de ignición” es uno de sus conflictos, lo
mismo que el punto de llegada, estamos frente a un libro en tránsito, girante y
flexible–. Babia es un limbo, disfruto en las primeras secciones del libro cuando
los sentidos truncos de ciertas palabras pierden su identidad, se aligeran y
valsan el vals de las masmédulas. El tono –estamos en un limbo, estamos en
Babia, en la locura entendida como disgregación del yo – es la elegía, la
orfandad de lo que se quiere clarificar, conocer, y por lo tanto entender. ¿El exitus, el exitus letalis del enclave paterno-materno (potenciado en rey y
reina), de las funciones o defensas yoicas?: “Desperdigo lutos. Desperdigo
lutos en la insolencia de la penumbra: Babia. Aquilato cada fisura en la clepsidra.
Se humea el ramalazo del acebo.
Pernocto la mirada (aparente alianza) sobre cernícalos de plata viva. No cabe la oropéndola en el pecho. Se
malogra el rudimento de la espera. Es temporada de borrasca, los frunces del
poniente demuelen artículos de fe.” o “Nada que te haga sacudir de hombros, Rey
de Babia. No tienes guedejas de agua para besar, tritones escaldados en una
espesura de melena sospechada”.
Noticia editorial
Los libros de Dolores Dorantes
y Maricela Guerrero fueron publicados por la editorial Mano Santa de
Guadalajara, en un tiraje mínimo, aunque pueden descargarse sus versiones
digitales aquí: http://jaibasbibliopiratas.blogspot.mx/search/label/Estilo y http://jaibasbibliopiratas.blogspot.mx/search/label/Maricela%20Guerrero
Babia de Karen Villeda, es
parte del catálogo de Punto de partida de autores jóvenes, lo distribuye la UNAM.
Sergio Ernesto Ríos
Publicado en "Revista Cultural Alternativas", Mayo de 2012